miércoles, diciembre 05, 2007

Venezuela: Entre lo democrático y autoritario

Han transcurrido escasos días después de la celebración del referéndum en Venezuela, y hasta ahora no se ha dado un análisis politológico sobre el tema, menos aún se ha polemizado sobre las implicancias de los resultados en la gobernanza del país bolivariano. En efecto, diversos artículos han circulado por los medios de comunicación, evocando en un sentido u otro los resultados de la consulta popular. Para Washington, se trata del triunfo de la democracia; para Chávez, por el contrario, se ha perdido la batalla y no la guerra.

El escrutinio denota, en principio, la polarización de Venezuela en dos grupos antagónicos, con lo cual la representación política del Parlamento arroja una distorsión evidente, merced a una oposición irresponsable y desorganizada que claudicó en las elecciones generales. De esta forma, la amplia mayoría que tiene Chávez en el Parlamento no se condice con el 50% de ciudadanos que se oponen a su proyecto político. La dialéctica Mayoría – Oposición no existe en el país, no por imposición del gobierno, sino por voluntad de sus detractores.

Al desfase de la representación política se suma la esencia democrática que subyace al referéndum convocado. Toda consulta popular es un mecanismo de participación directa de la ciudadanía en los asuntos públicos de la nación. El mero hecho de haberlo convocado expresa vocación democrática del propulsor, al margen de los contenidos que pudieran tener las disposiciones constitucionales objetos de reforma. Al fin y al cabo, la reforma constitucional fue una propuesta de Chávez, sólo eso, ausente de carácter vinculante.

Un estudio comparado entre el sistema político peruano y el venezolano, nos demuestra que el mecanismo de reforma constitucional es más democrático en el segundo, pues en el Perú con 80 votos congresales, en 2 legislaturas sucesivas, puede evadirse el referéndum, mientras que en Venezuela toda reforma constitucional, aunque fuera parcial, requiere ir a las urnas. Recuérdese además que no tenemos la revocatoria del mandato presidencial a la mitad del periodo, tal como sí lo posee el sistema constitucional bolivariano.

Lo mismo cabría sostener respecto a la asamblea constituyente. Si en Venezuela no la convoca el presidente ó los 2/3 del Parlamento, lo puede hacer el 15% de los ciudadanos inscritos en el registro electoral. En cambio, el vacío normativo existente en Perú determina que la convocatoria sea una potestad discrecional del presidente (como lo hizo Fujimori con el CCD), quedando la ciudadanía imposibilitada de exigir, legal o constitucionalmente, constituyente alguna.

Pero entonces, ¿es Chávez el leviatán latinoamericano? Me temo que la respuesta depende del ángulo desde el que se le quiera juzgar. Para la tradición constitucional liberal de Europa el régimen venezolano no es democrático, porque la filosofía occidental tiende a maximizar los indicadores democráticos centrados en los derechos derivados del principio de libertad. Ello explica porqué para la “freedom house” Venezuela es un país parcialmente libre, al igual que Ecuador y Bolivia.

Desde un enfoque social, en cambio, la república bolivariana es una democracia imperfecta como todas, dado que la igualdad es tan importante como la libertad. La existencia de una desigualdad patógena en Latinoamérica, en el que amplios sectores sociales son aún excluidos, es un imperativo para dirigir la mirada occidental en este sentido. En una comunidad política es imposible ser libre con tanta desigualdad, así como también es difícil ser igual no siendo libre.

Sí llama la atención la diferencia de trato que la Unión Europea y Estados Unidos otorgan a los países, dependiendo de los intereses geoestratégicos y comerciales en juego. Europa emplazó a Venezuela para garantizar un referéndum transparente y no cuestionado, pero se quedó muda respecto a Moscú, donde el tema de los derechos, libertades y sucesos previos a la victoria de Putín fueron cuestionados por la oposición rusa. Ello obedece ciertamente a que Rusia es el proveedor principal de petróleo a la Unión Europea.

Lo cierto es que Chávez no es sino el resultado de la estigmatización de sus detractores. El “comandante” no es lo que parece. Tiene actitudes autoritarias igual que Alan García, y su exacerbado personalismo es propio de un caudillo dispuesto a todo. Las torpezas que comete dan un mensaje de peligro evidente. Por tal razón, es imposible que logre consolidar un proyecto socialista como Cuba. El contexto venezolano dista diametralmente del cubano; Caracas no tiene a un Fulgencio Batista, y Chávez carece del carisma y las dotes de un líder como Fidel Castro.

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