martes, noviembre 28, 2006

Las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno: Algunos comentarios y críticas



Con gran júbilo fue celebrada en Uruguay la “XVI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno”, cita en la que estuvieron ausentes líderes políticos de la región iberoamericana como Luiz I. Lula Da Silva, Fidel Castro, entre otros presidentes centroamericanos. Pero más allá de esbozar ciertas conclusiones a las que arribaron, considero pertinente acotar algunos comentarios particulares, dado que si bien el tema está en la agenda del gobierno central, los gobiernos subnacionales y la sociedad civil están excluidos del mismo.

¿Qué son las cumbres? Son reuniones anuales en las que participan 22 países iberoamericanos, menos Haití, Jamaica, y Puerto Rico, este último protectorado de Estados Unidos, y que en un eventual referéndum de autodeterminación se convertiría en un Estado más de Norteamérica. Conviene advertir que la región iberoamericana cuenta con una población aproximada de 600 millones de habitantes, de los cuales 400 millones son de habla castellana, y 200 millones de habla portuguesa (nacionales de Brasil y Portugal).

La primera cumbre fue celebrada en México el año de 1992, merced al aniversario 500 del descubrimiento de América, siendo la cooperación mutua, la coordinación de políticas iberoamericanas, la consolidación de la democracia, el fortalecimiento de los mecanismos para garantizar el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, los objetivos primordiales que hermana a los países miembros.

Más allá de las bondades que el proyecto pueda tener, sobretodo a nivel de cooperación internacional (actualmente existen 18 proyectos, 14 aún en ejecución), nos interesa esbozar algunas críticas, puesto que el statu quo atemoriza a quienes estamos sumidos en política y en la política como ciencia, máxime cuando las nuevas transformaciones políticas y económicas invitan a la crítica de los presupuestos básicos sobre los que se asientan las instituciones, el régimen político, la cultura, e incluso la sociedad misma.

Quizá convenga empezar señalando que si bien uno de sus propósitos es el respeto a la soberanía, la no intervención, y sobretodo el derecho de cada pueblo a construir libremente su sistema político y sus instituciones, no se haya emplazado a los gobiernos norteamericanos cuando se han inmiscuido en la región. Sabemos que hoy la guerra no es la forma de violar soberanía de países bélicamente inferiores, sino que el control del espacio geoestratégico, el dominio del mercado mundial, los empréstitos internacionales, el desarrollo de conocimiento y tecnología, el aprovechamiento de recursos naturales y energéticos, son factores útiles que constituyen solapamientos de dominación y sometimiento.

El interés de Estados Unidos no es en vano. La región posee del total mundial el 33% de agua, 40% de cobre, 41% de estaño, 25% de hierro, 24% de níquel, 15% de plata, 10% de petróleo, 4.2% de gas, 15% de tierras agrícolas, y 93% de bosques tropicales. Debido a esta voracidad USA clama el ingreso de sus tropas a Sudamérica, montando bases militares en Paraguay para controlar a Bolivia, y capitalizando el Plan Colombia para monitorear de cerca a Venezuela. A ello se suma la complicidad de Alan García, quien con anuencia de un Parlamento irresponsable ha flexibilizado la autorización para el ingreso de tropas extranjeras.

La segunda crítica es el férreo determinismo económico que gira en torno a estas cumbres. La Secretaría General Iberoamericana, en manos de Enrique Iglesias, entiende erróneamente que el flagelo de nuestros países es el factor económico, cuando en realidad nuestro talón de Aquiles es la falta de institucionalidad política. La existencia en Iberoamérica de 200 millones de pobres, una tasa de desempleo abierto en el orden de 10% (con mayor repercusión en los jóvenes), y la presencia de 30 millones de indígenas en situación de exclusión, no pueden solucionarse, a priori, con un mero desarrollo económico, máxime cuando el crecimiento a nivel de indicadores macroeconómicos no se refleja a nivel micro, y cuando los presupuestos públicos están distribuidas de manera poco equitativa.

La tercera crítica es la generalización y uniformismo con que se trata a los pueblos iberoamericanos. España es un país industrializado y del primer mundo junto con Portugal. A nivel latinoamericano México y Brasil ejercen supremacía por encima del resto de países. En Sudamérica misma una realidad son los Estados miembros del MERCOSUR (Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y otra muy distinta son los países miembros de la CAN (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia). Chile, aunque participando de tales bloques, siempre por su lado. Urge por tanto focalizar los proyectos y ayuda económica en los países iberoamericanos más desfavorecidos.

La cuarta, y penúltima, crítica es la relativa importancia que las cumbres vienen dando al tema medioambiental. De los 4 pilares que impulsa la secretaría general (económico, cultural, político, educativo), la protección ambiental queda rezagada a un segundo plano, lo cual llama la atención, toda vez que la región es rica en recursos naturales e hidroenergéticos, y es conocido el hecho de la contaminación ambiental que las operaciones de grandes multinacionales producen. Si a ello no contribuyen los propios países propietarios de sus riquezas (el caso de García negándose a revisar los contratos de estabilidad tributaria, o a imponer impuestos a las sobreganancias, es un ejemplo ilustrativo de irresponsabilidad), poco podemos esperar de las cumbres.

Finalmente, nuestra crítica última apunta al carácter exclusivo de este proyecto a nivel de oligarquías y altas esferas políticas de los gobiernos centrales. La sociedad civil y los gobiernos subnacionales desconocen los objetivos, las propuestas, la finalidad, y la razón misma de estas cumbres. En aras de fomentar una ciudadanía activa, sería recomendable que la secretaría general lleve esta idea a los sectores sociales y gobiernos locales tradicionalmente excluidos de la vida política iberoamericana. Por lo tanto, la realización de talleres informativos, la generación de debates en los espacios locales, la adopción de algunos acuerdos no vinculantes, fruto de procesos dialogantes, concertados, participativos, podrían interiorizar la bondad de este mega proyecto.
28/11/06
Fuente de la imagen:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al hilo de lo que comentas de los gobiernos subnacionales, en los Consejos de Ministros de la UE, en representación de los Estados a veces acuden representantes de los gobiernos territoriales, cosa lógica sobre todo cuando la competencia que se aborda es de esos propios gobiernos (pesca, agricultura, cultura....) además existe el Comite de las Regiones que agrupa a los gobiernos subnacionales y tiene caracter consultivo en el proceso de toma de decisiones. Sería bueno crear mecanismos similares de los gobiernos subnacionales de los países que integran la Cumbre Iberoamericana.

Un saludo.