martes, febrero 06, 2007

Un llamado a la Unidad: Hacia un frente de oposición

Han transcurrido más de 6 meses de ejercicio del poder y, salvo, para los apristas el régimen es democrático, efectivo, justo, inclusivo, eficaz y eficiente. El crecimiento económico del país lo justifica todo: centralismo, reducción del aparato estatal, ingreso de tropas norteamericanas, pena de muerte, TLC, cuestionamiento a fallos de la Corte de San José, políticas públicas trasnochadas e improvisadas. No hace falta mencionar taxativamente los errores y desaciertos voluntarios del gobierno. Baste revisar artículos míos o de amigos como Wiener, Javier Diez Canseco, César Hildebrant, Nelson Manrique, Luis Pásara.

Cada analista político, con matices propios, ha interpretado los fenómenos políticos y en base a una descripción de la realidad han soslayado los peligros del régimen actual. El punto de encuentro es que Alan García viene ejerciendo el poder de manera omnipotente, es decir lo tiene todo. Tiene el control del Parlamento, tiene el Gobierno, los ministerios, el BCR, los medios de comunicación, y sobretodo el control de una sociedad civil inerte. Los demócratas más comprometidos han tratado de ensayar soluciones al respecto y ninguna ha resultado efectiva, ni siquiera la idea de una constituyente.

La convocatoria a una “Asamblea Constituyente” para refundar un nuevo “contrato social” (en palabras de Rousseau) es sugerente a todas luces, pero resulta demasiado inoportuna políticamente en la coyuntura actual y en los próximos años. ¿Por qué? Porque en una elección de constituyentes sólo puede participar organizaciones políticas de alcance nacional que tienen inscripción vigente en el JNE. De convocarse a elecciones, el pueblo soberano detentaría el poder constituyente en manos del APRA, la derecha neoliberal, los fujimoristas, y aquellos minúsculos partidos que superaron la valla electoral.

De esta forma, teóricamente, una constituyente le convendría al APRA y a la derecha, pero no a la izquierda ni a los movimientos regionales o locales. De la misma forma, Alan García no tendría problemas para disolver el Parlamento cuando encontrara férrea oposición a sus políticas públicas, pues al disolverlo está forzado a convocar a nuevas elecciones congresales, y gracias a esa inexistente competencia electoral que hoy se da, seguramente el nuevo congreso tendría una composición apro – fujimorista – neoliberal.

Algunos podrían sostener la relatividad de mis afirmaciones en caso Ollanta Humala y otros partidos menores -que no han perdido su inscripción- salgan victoriosos en la constituyente o en un nuevo Parlamento. Es cierto y fundado el escepticismo, pero Humala no tiene partido, ni mucho menos organización, siendo difícil que pueda obtener un 30% o más de la asamblea. No hay que olvidar, además, dos situaciones conexas que a menudo solemos obviar: En el Parlamento existe una mayoría pactada y una minoría fragmentada e irresponsable, pero no existe Oposición, con lo cual “mutatis mutandi” los constituyentes humalistas serían tan o más irresponsables que ahora. Al no haber partido estructurado, ni una burocracia partidista que los respalde, la disciplina partidaria es inexistente y los representantes son presa fácil de mandatos imperativos provenientes de poderes fácticos. La otra situación es que el APRA ganó la presidencia por el apoyo obtenido en Lima (cuyo centralismo concentra el tercio de la población electoral), La Libertad y Piura, casualmente el segundo y tercer departamento con mayor cantidad de electores.

Si el panorama es desolador, ¿Qué hacer?; si el Perú en manos del APRA y de García está en completa indefensión ¿Cómo revertir, aminorar o al menos frenar la situación? La propuesta es sencilla pero a la vez compleja. Sencilla, porque requerimos unirnos en un gran frente opositor al gobierno aprista, un frente que reúna a progresistas, ecologistas, comunistas, socialista, reformistas, sindicatos, gremios, organizaciones sociales, universidades, etc. en torno a un proyecto común: Salvar al Perú. Lo complejo es el tránsito que significa mutar de una ciudadanía puramente electoral a una ciudadanía activa, máxime en un clima de preocupante desafección política e individualismo exacerbado.

Se trata de un frente para hacer oposición en el marco de la constitución y la ley. No se trata de una unión con fines electorales o para adquirir protagonismos y figuretismos personalistas al interior de una organización política u otro colectivo, menos para legitimar falsos liderazgos. El telos del frente es limitar el poder omnímodo que manosea antojadizamente Alan García, requiriendo por tanto una organización mínima y concertada, no una oligarquía enquistada por el mero hecho de arrastrar canas.

Si el APRA tiene controlado el Parlamento, el Ejecutivo, la administración pública, probablemente los órganos jurisdiccionales, la policía y las fuerzas armadas, ¿cómo enfrentarlo y hacerle oposición? García tiene el poder de la fuerza pero nosotros tendríamos el poder del Derecho y la razón, siendo el “Referéndum” el arma idónea para salvar al país. Pese a ser un instrumento de participación política por antonomasia es inutilizado, olvidando que reformas constitucionales pueden hacerse por esta vía, aprobación de leyes, derogación de leyes tiranas también.

Para hacerlo eficaz se requiere un grupo impulsor y una cantidad de firmas requeridas. Si un proyecto de ley de iniciativa popular es rechazada por el Parlamento, la fuerza del Referéndum es tal que en un segundo momento obliga al Parlamento a aprobarla sí o sí. Si la mayoría de los peruanos quiere que los que ganen más tributen más; si la ciudadanía quiere que se revisen los contratos de estabilidad y los privilegios que gozan las multinacionales; si es clamor del pueblo la revisión del modelo económico imperante, ¿La ciudadanía se mostraría renuente a firmar un padrón de referéndum? Creo que no.

Es cierto que los trámites procesales ralentizan un referéndum. Los resultados no serían inmediatos y quizá el gobierno actual sufra el impacto de sus efectos cuando ya esté de salida. Pero no es menos cierto que la fuerza económica y el poder mediático de la derecha impedirán toda reforma constitucional que consideren peligroso para el mercado y para sus bolsillos. Seamos realistas: Es factible que la derecha llegue al poder el 2011 con Lourdes o Castañeda, es posible que García salga reelecto si manipula las reglas electorales; y es probable también que Fujimori salga nuevamente electo.
Estamos a tiempo.
06/02/07

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tus artículos no son interesantes, pero si hacen reir.

Anónimo dijo...

Vaya, que iluminado. Vio que la Unidad es el camino. Carajo, mañana escriba un articulo sobre el descubrimiento de la pigmentacion variada entre los humanos y de la facilidad de los perros para vivir en ambitos domesticos; asi seguramente nos enteraremos de tan ansiadas propuestas por nadie hechas.